lunes, 20 de octubre de 2014

Llevarse bien con el jefe

                                              Llevarse bien con el jefe


Para promocionar en un empleo, y abrirse camino en la escala corporativa, hace falta algo más que cualificaciones, suerte, méritos o confianza… hace falta llevarse bien con el jefe. La mala relación con el jefe inmediato superior afecta al trabajo, pero también tiene consecuencias en otras esferas de la vida, incluida la familiar y el estado de salud del trabajador: síntomas como: estrés, insomnio, inseguridad, fatiga, baja autoestima… o una mezcla de todo ello, tanto a nivel psicológico como físico.

La mayoría de trabajadores que afrontan este problema dimiten con la esperanza de que en el nuevo trabajo disfruten de una mejor atmósfera. Y así, una mala relación se traduce en la búsqueda de un nuevo empleo. El 70% de las personas que cambian de trabajo lo hacen por su mala relación con su jefe inmediato.

Estudios de la empresa Gallup destacan que los empleados renuncian para dejar a los jefes y no a las empresas. La misma agencia concluyó, en el mercado estadounidense, que una mala relación con el superior inmediato es la primera causa para renunciar a un empleo. Y por tanto, supera a otras razones que podrían parecer más importantes como: el nivel salarial, la falta de promoción, el exceso de horas extras no retribuidas o el trabajo en sí mismo.

Más datos: seis de cada diez empleados “no confían en su jefe”, y una tercera parte se lamenta de que “nunca les escucha”, según una encuesta realizada por la consultora Otto Walter. Del otro lado las cosas no están mejor, la misma consultora llega a estas conclusiones: nueve de cada diez directivos opinan que es muy difícil contratar personas responsables, competentes, motivadas y comprometidas con la empresa.

La opción de quedarse en la compañía y darle la vuelta a la situación no es la favorita, según se deduce de las estadísticas. Pero quizá es la mejor. Sin duda, encontrar una vía de entendimiento favorecería al trabajador que así mejoraría sus habilidades. De otra parte, ¿quién le garantiza que en el siguiente empleo no le ocurrirá lo mismo? Ir de trabajo en trabajo, en búsqueda del ambiente perfecto, parece una utopía. Huir no parece una solución porque al final uno siempre acaba encontrándose consigo mismo y con sus debilidades. ¿Y si el reto no fuese sobrevivir a la relación y aguantar, sino convertir esa mala relación en algo completamente diferente y en una motivación para quedarse?

1. Decir lo que el jefe piensa. Hace al empleado irrelevante. Si no hay debate, aportaciones de valor, complementariedad, contraste, incluso diferencias… ¿para qué contratar a dos personas que idean lo mismo? Tal vez bastaría con una. Por esta razón, estar de acuerdo en todo no es una buena estrategia.

2. Decir lo que uno piensa. Hace al empleado rebelde. En el polo opuesto está el trabajador que siempre está en desacuerdo, llevando la contraria, buscando la polémica. Es una situación en la que no hay puntos en común, ni entendimiento, ni ganas de tenerlo. Y crea un ambiente explosivo que convierte el espacio laboral en una guerra de trincheras. Es un rol destructivo. Al fin y al cabo, nadie en su sano juicio dice siempre todo lo que piensa, por prudencia o respeto.

3. Decir lo que el jefe no piensa. Hace al empleado necesario. Cuando un empleado “sorprende” a su superior y hace aportaciones: diferentes, creativas, nuevas… añade valor al equipo; ya que proporciona una nueva mirada. Siendo así hay complementariedad, suma de criterios, aportación mutua de ideas, aprendizaje compartido. Es un rol constructivo. De las tres opciones, esta es la mejor porque crea sinergias y convierte al empleado en alguien valioso, más necesario y menos reemplazable que otros.

4. Entender las necesidades del jefe. Tener trabajo no significa que quien está en esta situación tenga claro para qué le contrataron y qué se espera de él o ella. La forma más rápida de saberlo es preguntando al jefe inmediato: ¿cuáles son mis objetivos prioritarios?, ¿qué resultados debo proporcionar?... Cuando se tienen presentes las necesidades del superior y los desempeños del cargo, todo es más fácil, no hay malentendidos y la relación fluye mejor.

5. Ser empático y ponerse en su lugar. De entre todas las expresiones de la inteligencia emocional, la empatía ocupa un lugar prioritario. Cada uno sabe cómo está, qué siente y qué piensa, pero a menudo olvida que el jefe también tiene que lidiar con todo eso. Tratar de imaginar qué le motiva, cuáles son sus preocupaciones y temores, incluso sus inseguridades, permitirá acercarse a la persona que hay detrás del profesional y poder entenderla mejor.

6. Proveer soluciones a los problemas. En lugar de dejar sobre la mesa del superior todos los problemas, conviene aportar opciones y posibles soluciones a medida que van surgiendo las dificultades. A nadie le gusta estar resolviendo todo a todos, resulta agotador. Cuando se llevan asuntos al jefe es una prioridad acompañarlos de posibles soluciones para discutirlas.

7. El jefe no es un amigo. El ámbito laboral y el profesional son diferentes y mezclarlos puede ayudar o puede perjudicar, pero no garantiza una mejor relación. Dos tercios de los empleados creen que no es posible ser amigo del jefe debido a los diferentes roles. Como siempre “el camino medio” es lo más prudente: no mantener una relación ni demasiado estrecha ni demasiado distante. Hay que huir del amiguismo y abrazar la profesionalidad. No hace falta ser íntimos, pero sí es necesario llevarse bien; son cosas distintas.

 8. No tratar de “caerle bien”. Lo que los demás piensan es incontrolable. Por lo tanto, tratar de ser del agrado de un superior es una empresa perdida de antemano. Aunque podemos influir en lo que piensan los demás de nosotros, nunca podemos controlarlo, y estar pendiente de ello es una pérdida de tiempo y energía.

9. Mejorarse a sí mismo. En lugar de intentar arreglar la relación, ¿por qué no tratar de mejorar uno mismo? El mundo está lleno de gente tratando de cambiar a los otros, pero pocos intentan hacerlo consigo mismos. Las relaciones son un reflejo de las personas, si queremos cambiar los efectos, habrá que enfocarse en las causas. Y las causas dependen de todos y cada uno de los intervinientes. Cuando un trabajador transciende los problemas con su jefe, a menudo lo hace también con otros tipos de relaciones, ya sean personales o profesionales.

10. Centrarse en el trabajo. Tal vez el trato con el jefe no es el mejor, pero hay otras cosas buenas en el trabajo. Conviene recordar por qué se eligió ese trabajo y recuperar los elementos que hacen del puesto una buena opción. No todo es perfecto, pero tampoco todo es malo. Además, cuando se está enfocado en la tarea, los problemas se relativizan, hay prioridades más allá de uno mismo, y el bien del equipo, o del departamento, eclipsan otros objetivos.

Un jefe es un hombre que necesita a los demás”

Paul Valery

Tal vez, deberíamos huir de los patrones: o todo o nada, amigo o enemigo. Cuando el ego toma el control de una relación, desea poner la relación a su servicio y manipular al otro: si el otro se comporta como su ego desea, todo irá bien y será amigo; si no se comporta como espera, la relación se deteriorará y le declarará enemigo. Hay un camino medio de transformación que atañe a ambos: jefe y subalterno; y el poder está en las manos de ambos por que la relación es de los dos.

La asertividad es “el camino medio” en el cual una persona manifiesta su opinión, pero lo hace de un modo respetuoso y no agresivo. Manifiesta lo que piensa y siente, lo cual es indiscutible, ya que es su propiedad emocional y mental. Y no discute lo que hace o dice el otro, porque no le corresponde juzgar. En ese ámbito aséptico y no personal, el diálogo puede desarrollarse libre del ego de ambos, lo cual beneficiará a todos. Una vez más, dialogar con el jefe es la solución, no desde la rebelión o la sumisión, sino desde la asertividad.

Un cambio en la relación redundará en un entorno laboral más efectivo. El jefe respetará más a su subordinado y éste habrá mejorado sus habilidades comunicativas que le servirán para una promoción en ese puesto o en otro. Y una vez hecho ese cambio, y cuando la relación se normalice, entonces uno puede plantearse quedarse o marcharse (ya no es una huida) con la certeza de que la próxima relación con un nuevo responsable será un desafío para el que se cuenta con las habilidades que le permitirán afrontarlo con éxito.

Cuando los empleados también son líderes

“Todos tenemos un líder interior que está deseando que lo liberen. Todos poseemos una capacidad natural para dirigir que no tiene nada que ver con un cargo, ni con la edad, ni con dónde vivimos. Todos tenemos este potencial. Lo único que necesitamos es ser conscientes y reconocerlo. Si la gente de todas las organizaciones, de las empresas, de los Gobiernos, de las comunidades, de las escuelas abrazaran este concepto, el mundo entero se transformaría. Y una vez se despierta el líder interior, se ha de poner en práctica cada día, porque cuanto más se utiliza este poder, más se conoce” (Robin Sharma, autor de El líder que no tenía cargo).

domingo, 5 de octubre de 2014

Los errores mas comunes que cometes al buscar trabajo




¿Te suena el dicho ‘Salió a buscar trabajo con ganas de no encontrarlo’? Pocas personas con una necesidad real de trabajar tendrán esta mentalidad, sin embargo, sus acciones pueden demostrar lo contrario.

Te presentamos  5 vicios de la búsqueda de empleo que están causando que no puedas colocarte en una empresa.

Aplicas a trabajos para los que no estás calificado

La primera clave para una búsqueda de empleo efectiva, es leer detenidamente cada vacante y asegurarte de que los requisitos coinciden con tu experiencia y preparación.

Es posible que la información de la vacante no sea suficiente para saber si cuentas con las habilidades necesarias para el puesto, sin embargo, no inviertas tiempo cuando la vacante tiene requerimientos específicos que no posees.

Recuerda que mientras más criterios cubras en la vacante más posibilidades hay de ser contratado. Si estás aplicando a trabajos que ‘te encantaría obtener’ pero para los cuales no estás preparado, difícilmente tendrás éxito.

Envías tu CV de forma masiva

Cada empresa busca a un candidato específico, con ciertas cualidades y perfil. Por lo tanto, antes de postularte a una vacante destaca en tu CV destaque la experiencia y habilidades que son relevantes para el puesto.

Cuando te postulas a muchas vacantes de diferentes empresas con un mismo Currículo, es más difícil diferenciarte del resto de los candidatos, por lo tanto pasas desapercibido.

Esfuérzate por personalizar tu CV para cada vacante y recuerda que menos es más.

Te recomendamos leer: Construye un poderoso CV y dale un giro a tu carrera
No sabes qué quieres

‘Quiero un trabajo de lo que sea’ es una frase común entre la comunidad sin empleo, sin duda refleja que la persona tiene mucha necesidad de obtener el trabajo, pero aun así hay que tener claro qué estamos buscando.

Es muy importante fijar un objetivo, de lo contrario, regresamos al punto 2, lanzando disparos al aire sin obtener resultados.

Piensa en tus cualidades y para qué eres bueno, si es un trabajo que te motive podrás convencer mejor al reclutador en una entrevista.

Eres vitamina, no aspirina
De acuerdo con la especialista en asesoría profesional J.T. O’Donnell, creadora del portal Careerealism, hay dos tipos de candidatos: la vitamina y la aspirina.

“Constantemente escucho en entrevista a gente que se vende diciendo ‘soy eficiente, trabajo en equipo, soy accesible, hago mi trabajo a tiempo’, eso está muy bien, pero esas son ‘vitaminas’. Es lo que haces para conservar tu trabajo, las empresas esperan que lo hagas”.

Sin embargo, de acuerdo con la especialista, estas no son las cualidades con las que debes venderte. “Lo que debes hacer es posicionarte como ‘la aspirina’, es decir un solucionador de problemas, esto es lo que te hace diferente de la competencia”.

O’Donnell recomienda que la próxima vez que envíes tu currículum o acudas a una entrevista, expreses cómo ayudarás a la empresa para ahorrar dinero, vender más, hacer los procesos más eficientes y productivos, “esto es lo que realmente justifica un buen salario o un ascenso”, asegura.
¡Conviértete en la ‘aspirina’ mejorando tus competencias!

Tu imagen en redes está descuidada

Más reclutadores están utilizando internet para conocer a los candidatos; sobretodo en puestos para profesionistas, la imagen en la red es cada vez más importante.

En algunas áreas laborales conviene tener un blog e incluso una página personal, en otras, bastará con que tus redes sociales reflejen a la persona detrás del CV.

Tip extra. Limitas tu búsqueda a una sola herramienta

Cuando estás determinado a encontrar empleo debes explotar todos los recursos de los que dispones. No es suficiente consultar la bolsa de empleo de tu universidad o escribir en Facebook que buscas trabajo.

Mientras más recursos explotes para lograr tu meta, más oportunidades tendrás de ser contratado.
Actualiza tu red de contactos, busca en tu tiempo libre, regístrate en bolsas de trabajo e inscríbete a ferias de empleo virtuales.